Entrevista a Elga Reátegui

Hoy nos visita en este rincón de escritores ambulantes una de las autoras contemporáneas que más respeto y admiración me despiertan. Narradora, periodista, poeta, Elga Reátegui es una de esas plumas que todos deberíamos conocer.

De su entrañable «El vals de la gata» hablamos en esta entrevista que me concedió hace un tiempo.

Encantada de tenerte aquí, querida Elga. Estás en tu casa.

El vals de la gata es una novela contada en dos espacios temporales, conocemos a Lourdes, su protagonista, en el pasado, pero también en el presente.

Así es, fue complicado ir articulando el pasado y el presente de Lourdes a la hora de redacción de la novela, pero resultó interesante y enriquecedor observar el transcurrir de la existencia de un ser humano. Como en este caso, el de ‘Lourdes’,  la mujer que me solicitó contar su historia dándole forma de una novela. Conociendo el pasado de alguien podemos comprender con mayor exactitud las razones que lo condujeron  a  tomar tales o cuales decisiones vitales, las que  quizá, en la actualidad, podríamos  calificar -con escasa empatía- de erróneas, pero   que en ese espacio-tiempo  creyera que tal elección era la más acertada  dentro de su madurez emocional o circunstancias. A veces somos muy ligeros en juzgar y creemos,  sin duda alguna, que nosotros en su lugar hubiésemos escogido la opción acertada. En la mayoría de casos, a la hora de evaluar un hecho de antaño, no contamos con toda la información, ni siquiera con la necesaria, y sacamos conclusiones falsas. Y por ende, injustas. Eso le pasó a Lourdes, hasta que se atrevió a contar su verdad, lo hizo con honestidad y valentía, y aunque siga siendo juzgada tanto en la ficción como la realidad (aunque haya trascendido). Lo importante es que  ella se atrevió a vivir  a su manera: amando a pesar de sí misma y sin reparos de ninguna índole.

Los sucesos históricos van sacudiendo el país igual que se sacude la vida de la protagonista. Conocemos la historia institucional del Perú del siglo XX, pero también la que sucedía entre visillos. Fueron tiempos revueltos.

Viéndolo bien, nunca hubo tiempos pacíficos en la vida de ningún país. Siempre están condicionados por alguna circunstancia interna, externa o las dos a la vez al mismo. Ocurre sin variar todo el tiempo en donde haya un ser humano o una población, siempre inmersos en conflictos políticos o bélicos, entre compatriotas o con el vecino de al lado o de más allá.  El poder es muy tentador y Lourdes lo vio y comprobó de modo directo y, gracias a su tío, por un largo período pudo gozar de esos privilegios. También desde su particular tribuna pudo ver su estrepitosa  caída, cuando el nuevo mandamás le hizo pagar caro una afrenta. Hay ofensas que no caducan; que no tiene olvido ni perdón. Un día estás arriba disfrutando de ser o estar en el grupo de los favoritos; y al día siguiente, tal vez ya estés con tus huesos en la cárcel, perseguido o sin vida.  Aunque hay muertes que padeces cuando aún todavía respiras y son muy  dolorosas. Por ejemplo la de ser un apestado, un repudiado por quienes alguna vez serviste o diste caza.

Lourdes es quien nos cuenta la historia. Dinos, Elga, ¿está basada en alguna persona que existió realmente?

Sí, Lourdes (la Gata) estuvo entre nosotros hace algún tiempo. No es su verdadero nombre, pero decidí cambiarlo para preservar su intimidad. La idea de escribir una novela basada en su vida partió de ella. Lourdes me lo pidió cierto día que me hallaba de visita en su casa. Dijo algo así: “Quiero que  cuentes mi vida”.  Me quedé de piedra, pues eso jamás había pasado por mi cabeza. No acepté de inmediato, porque sentí que no era la persona idónea para sacar adelante ese proyecto.  Eché mano de innumerables excusas para no aceptar dicha solicitud.  No me sentía cómoda con la posibilidad de crear una novela por encargo. Mis historias, eran eso, mías, y por otro lado, no me consideraba una ghost writer o una consumada  biógrafa.  Soy sincera, de ninguna manera, me entusiasmaba la idea. Sin embargo, fue tras una larga conversación, donde me relató sucesos inéditos de su vida cuando dejé abierta  la posibilidad de hacerlo. Le respondí que me lo pensaría porque también estaba el grupo humano que la rodeaba: sus amigos.  Tras varias semanas de cavilación retorné a su casa para comunicarle mi decisión: le contesté que escribiría la novela sin involucrar a los Wicos, nombre con que solía llamar esa comunidad involucrada con la espiritualidad.

Tenemos personajes con los que pronto se desencadena la empatía, pero hay otros, como Teresa, que a algunos se nos ha hecho bola. ¿Por qué Lourdes, a lo largo del tiempo, mantiene una relación tan particular con ella?

Porque se trataba de su madre, aunque no ejerciera como tal ni se atreviera a confesárselo de frente. Lourdes ama a Teresa pese a la toxicidad de su amor. En ese afecto insano que su  madre verdadera le prodiga se entremezclan la culpa, la vergüenza, la impotencia y un profundo dolor. Lourdes desarrolló una enorme  capacidad de comprensión a lo largo de su crecimiento personal, por eso entendió la frustración que siempre acompañó a ‘su hermana’, su manera torpe de querer y el miedo cerval al qué dirán.

Teresa  fue  una víctima, tanto  como Lourdes, de los dictados de una sociedad moralista, hipócrita y opresora. De un discurso que no ha pasado de moda o ha fenecido, todo lo contrario,  que sigue vivito y coleando al interior de muchas familias en la actualidad. Sin importar el estrato social,  el nivel cultural, financiero o el país donde hayas nacido. Hay violencia, discriminación y falta de tolerancia en todas partes. Pero sobre todo un escaso amor por uno mismo.

La novela es claramente y altamente literaria. Entre sus páginas encontramos variedad de representaciones del amor, el desamor, la lealtad, el odio… ¿Crees que la labor del escritor de este género es acercar al lector los grandes argumentos universales desde su propia óptica?

La realidad supera a la ficción. Ni vuelta que darle. A mí todavía me siguen sorprendiendo los dramas humanos. Y si la gente se engancha o empatiza con este tipo de historias, es porque se  ven ellas. No hay mayor truco o magia, te doy lo que eres o te cuento sucesos que te ha pasado a ti o le ha ocurrido a alguien que conoces o, quizá  a una mujer u hombre desconocido  al otro lado del planeta de cuya historia te has enterado, y que es como tú: un ser humano que intenta ser feliz.

El grupo, la familia de Lourdes en la actualidad, está un tanto desestructurada, ¿verdad?

Sí, tanto la de la ficción como la de la realidad si te refieres a la de sangre, aunque tuvo a su familia elegida: la de sus amigos, quienes por igual la amaron o fueron ingratos, o poco sensibles a la hora de sus crisis existenciales. Sin embargo ella estuvo convencida de que la amistad era un sentimiento más profundo e incondicional que el de pareja. Y lo prefería.

Este grupo de personas al que me refería funciona casi como representaciones arquetípicas del mundo…

Créeme que no fue pensado. Si bien el grupo de gente que conforma universo social en la novela es pura ficción, hay algo (una ínfima porción) de las  personalidades o existencias  de los hombres y mujeres que la acompañaron  durante varios momentos de su historia. Me tomé la licencia de inspirarme en algunos de ellos. Sin duda, aquel, constituyó un microcosmos -ahora que lo veo a la distancia-, donde se concentraban, como bien apuntas, un número significativo (por no decir, todos) de los arquetipos humanos. 

Y luego está Mikita, un personaje entrañable que, para mí, marca la separación entre el mundo más esotérico de Lourdes y el real. Las profundas miradas de Mikita me han fascinado.

Mikita era un ser elevado reencarnado en gata.  Pero no  por ello dejaba de ser una sinvergüenza, jajaja.  Lourdes y ella dialogaban en silencio. Pienso que Mikita había adoptado a Lourdes. Se invertían los roles entre ellas. La gata ordenaba y la presunta ama, acataba sin protestar. Sin embargo, ningún humano entendió mejor a Lourdes que la bella Mikita. Lo sostengo.

Qué curioso que a la misma protagonista la llamaran Gatita aquellos que buscaban sus consejos.

Hubo una ‘wica’, en la vida real, que la comenzó a llamar así, y partir de ese instante, el resto siguió el ejemplo. La razón es clara: su amor por Mikita.

 Y qué curioso también ese mundo donde las pasiones pueden ser benévolas o malévolas dependiendo de quién emita el juicio, por supuesto. Hubo una escena de la novela en la que la amante se indigna con su amor porque este manifiesta respeto a su esposa. A mi entender es un momento en el que el lector tiene que procesar el circo que se ha montado entre la amante que quiere hacerse valorar pero ya no se valora por el hecho de ser amante, el marido que dice amar a su esposa pero la engaña, y la esposa que sabe que la engañan pero ahí sigue. ¡Qué lío! Y sin embargo es tan verídico… Da que pensar.

Para que veas qué tan aceptada se halla esta situación en muchos países (solo por mencionar los latinoamericanos), cierta vez escuché declarar a una gran cantante de música peruana cuando le preguntaron sobre si alguna vez había estado con un hombre casado lo siguiente: “Sí, pero yo fui una amante respetuosa, nunca pretendí el lugar de su esposa”.  El papel de ‘otra’ ya no es escandaloso en estos tiempos que corren. Y las esposas siguen haciéndose ‘las locas’ y perdonando, porque para eso son ‘las oficiales’.  Machismo (femenino) puro y duro.

¿Qué tipo de amor predomina en El vals de la gata?

Aunque se podría pensar por el título y la historia que es una novela de amor de mujer o de pareja, yo creo que, a medida que el lector se adentre en la historia, se va a hallar con un homenaje a la amistad, esa que no conoce límites, prejuicios ni condiciones.

Está fechada en 2014. ¿Por qué esperaste ocho años para publicarla?

Carece de explicación racional. Todo estaba listo. Lourdes había dado su aprobación. E incluso estaba dispuesta a darse a conocer en la presentación del libro en Lima.  Y aquí viene el ensayo de respuesta espiritual: Que cada obra tiene vida propia y es quien decide cuándo es el momento de salir a la luz pública. Supongo que es así. Quiero creer en eso.

Me encanta tu estilo literario. Este blog es un lugar de escritores y muchos vendrán a leer tu entrevista. ¿Quieres darles alguna pauta?

No voy a ser original, pero creo que no hay otro consejo que este: “Leer, leer y leer, tanto como escribir, escribir y escribir”. ¡Ah! Y escuchar a los maestros, yo sigo haciéndolo.

¿Nos recomiendas una lectura?

Acérquense  a las obras de Jaime Bayly.  Pueden empezar con la novela  Y de repente un ángel. Otra magnífica opción es Marcela Serrano y su novela La llorona. Dos muestras de excelente literatura latinoamericana.

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